He aprendido a respetarme

Olga Saenz-Carbonell
11 min readJun 15, 2022

--

He aprendido a respetarme… A estas alturas de mi partido creo que no quedaba más después de décadas de abuso y agresión. He aprendido a respetarme.

He aprendido a respetarme porque la alternativa la conozco muy bien.

Creo que de alguna manera todos estamos ahi, tratando de ser lo que no somos. Intentando ser “los niños buenos del cuento” y sintiéndonos -y tratándonos- como una mierda cuando no lo logramos. Digo, cuando no logramos “nuestra versión del niño bueno del cuento”.

El rollo es que el niño bueno del cuento es de una perfección imposible para la gran mayoría de nosotros. No importa lo que haga, nunca soy lo suficientemente buena para ser la niña buena de mis sueños.

El problema es que llevo una vida castigándome por no serlo.

La alegría es que creo que por fin cambié lo único de mi misma que puedo cambiar: Aprendí a respetar que lo que soy, es lo que soy.

Y lo que soy es un cúmulo de pensamientos, ideas y creencias que al final, no son nada en el tiempo y el espacio.

Pero ése cúmulo de nada que soy, es útil para el tejido infinito de Lo Que Es.

Y hablando de Lo Que Es…

Respeto que no sepa qué es Dios.

No importa cuánto busque, pregunte y trate de racionalizar. Dios se me escapa siempre de toda definición, porque definir algo es limitarlo.

Pero creo que existe Algo Ilimitado, Omni…todo!

Elijo una y otra vez, ante todas las circunstancias elegir que existe Dios y que no tengo la más puta idea de qué es.

Pero si. Creo que hay Algo infinitamente inteligente, y amoroso clavado en el Centro de mi Mente.

No sé qué es. No sé nada, ni siquiera sé qué es el Centro de Mi Mente. Pero sé que ahí radica mi última realidad. La que no puedo discutir porque está acá, percibiendo lo que escribo. Inevitablemente.

Respeto mi idea de libertad.

En mi Universo la libertad es coherencia, y la coherencia es Paz.

No puedo decirlo ni verlo de otra manera. La única manera en la que soy libre es siendo coherente.

Paz y libertad en mi Universo son sinónimos.

La libertad es la única Verdad que me ha interesado desde que tengo conciencia de mi misma.

No puedo explicarlo, he aprendido que el pasado es el cuento que me conté para justificar lo que creo que soy. Entonces ¡Bueh!, Partiendo de ahí, no tengo idea de qué es lo que hace que la idea de la libertad sea lo único que a este momento de mi vida me siga interesando con la misma fiereza que a los cuatro años cuando me escapaba para irme a “caminar” (Lindo el “wandering” inglés que significa caminar sin mucho sentido, y solo por el disfrute de hacerlo) Y ¡Bueh! Ese es el cuento que me conté, al final, sólo tengo Paz cuando soy coherente entre los cinco verbos inevitables: decir (expresar), hacer, pensar, sentir, ser.

Respetar mi idea de libertad, incluye respetar no hacer lo que no quiero hacer. Respetarme el no que doy cuando el resto del mundo parece exigirme el si.

Respeto que yo sea el centro de mi universo.

Uy! ¡Esta me costó tanta culpa!

¡Qué pena! Pero es que inevitablemente soy el centro de mi universo, como todo el resto de la humanidad es el centro de su universo. Es que el fuckin’ planeta es redondo… Donde quiera que esté soy el centro, como vos, querido lector.

No lo puedo evitar. Sí soy el centro de mi universo. No son mis hijos, ni mi casa, ni mis amigos, ni mi trabajo, ni mis viajes, ni esto que escribo, ni nada más. Estoy en el Centro de mi Mente, me guste o no. Lo entienda o no. Lo acepte y lo respete o no. No puede ser de otra manera… Aunque lo intente.

Es una de ésas vainas como el infierno de la serie de Lucifer, en el que todas las puertas siguen llevando al mismo punto. Porque si intento siquiera que algo más sea el centro de mi universo, lo que estoy intentando es que la idea que el centro de mi universo quiere que tenga… ¿Me explico? Hasta cuando quiero quitar el “spotlight” lo pongo sobre mi misma.

He pasado al vida sintiéndome como una mierda por este detallito tan inevitable como humano. He pasado eligiendo creer que soy egoísta, egocéntrica, narcisista y sólo Dios sabe cuántos epítetos más porque no puedo evitarlo. Y ¡Claro que ser el centro de mi universo no forma parte de los mandamientos de la niña buena!

Me he castigado infinitamente por no dejar de pensar en mi misma. Y ya a estas alturas del partido, ¡me importa un culo! Y no… iba a escribir “Qué pena” pero ya no me da pena. ¡Me importa un culo!

Soy el centro de mi Universo.

Mi única responsabilidad es conmigo misma. No tengo ni la responsabilidad, ni el deber, ni nada que me obligue a que algo o alguien más sea el centro de mi universo. Y si así lo hiciera lo único que estaría haciendo es, en principio ser incoherente (O sea ir en contra de mi Paz) y en segundo engañarme a mi misma.

Fui el centro de mi universo siempre, cuando era hija, cuando era madre.

No es evitable. Aunque podamos engañarnos al respecto por décadas.

Entonces ¡Bueh! Lo confieso, lo acepto y lo respeto: Yo soy el centro de mi Universo.

Respeto mi Confianza en la Vida

Esto no es figurativo. Ni es algo que se iniciara con el estudio de Un Curso de Milagros (Aunque este actualmente sea la base de mi forma espiritual) La literatura sólo ha venido a confirmar la forma.

Elegí confiar en la vida/Dios y sigo eligiéndolo.

Sin saber cómo o porque toma las formas que toma. Y tratando de no juzgarlas. He aprendido a respetar ésa Confianza. He aprendido a acallar la voz interna que me dice que debería tener más miedo, pensar más en el futuro, aprender a ser distinta de lo que soy…

Esa voz, la del “debería” es la voz que me ha irrespetado siempre.

He aprendido que la Paz/Libertad están de la mano de la Confianza que tengo en la Vida, y resistir lo que es, es resistir los milagros que están sucediendo, aunque yo no los perciba.

Respeto mi bienestar sobre mis deseos

Ya no respeto lo que deseo.

Porque me he dado cuenta de que más a menudo de lo que quisiera admitir mis deseos son zanahorias puestas al frente de mis ojos para distraerme de lo que si necesito que es estar bien.

¿Qué significa bienestar para mi?

Exactamente eso: Estar bien.

Un amigo que tiene una vida feliz lo definió de una manera magistral: Poder dormir todas las noches, toda la noche.

Y yo le añadiría, ir al baño todos los días. :)

Respeto mi generosidad

No la puedo evitar. Una vez se lo definí a un hijo con una frase que le escuché a alguien, o que tal vez leí en alguna parte: Tengo corazón de potrero.

Creo en dar lo que puedo dar cuando lo puedo dar respetando mi bienestar y mi universo primero obviamente (Y eso también lo tengo que elegir todo el tiempo, en todas mis decisiones). Pero cualquiera que me conozca sabe que abro las puertas de mi casa, de mi bosillo y de mi corazón con una frecuencia que podría ser absurda. No es algo que quiera evitar.

Pasé la vida regañandome y regañada por eso. Y con una frecuencia vergonzosa me decía a mi misma que había sido un sacrificio y pasaba la factura.

He aprendido a no pasar factura. Si quiero dar algo lo doy, con todo mi corazón, mis ganas y mi pasión. Igual si no quiero darlo, me permito decir que no.

Pero sobre todo, he aprendido a confiar en mi mano que sabe ayudar y ayuda cuando hace falta.

Respeto mis errores

Grandes o pequeños. Me trajeron donde estoy, y donde estoy soy feliz.

Ya no les quiero añadir culpa y convertirlos en pecados irremisibles. Eso no existe en un universo amoroso.

He aprendido a que los errores son sólo errores en mi forma de ver la historia.

Y he aprendido a que mi idea de perfección puede ser mi mayor error. Y todo bien.

Respetar mi errores implica que puedo verlos como lo que son. Y puedo ver de forma diferente. Y eso cambia todas las reglas del juego del tiempo/espacio.

Pero no puedo saber eso, ni elegir abrirme a ver las cosas de otra manera si no acepto y respeto que cometo errores con una frecuencia absurda.

Respeto que no soy independiente

En un universo interdependiente la idea de la independencia es un mito absurdo y dañiño. Nadie es independiente nunca.

Esa es una idea que en algún momento defendí y que ahora desprecio.

La independencia es un mito.

Yo doy ayuda y pido ayuda. Comprender que soy parte de un tejido que se mueve como el mar y que estoy escribiendo esto para alguien que a su vez lo necesita. Aprender a respetar el ritmo de la interdependencia me ha costado enormidades porque por décadas me creí el cuento de la independencia.

Ya no. Respeto mi interdependencia de todo lo que compone el Universo.

Dependo de ésa interdependencia para sobrevivir y para vivir bien.

Doy lo que tengo y siempre tengo lo que necesito.

Respeto que hay una parte en mi que ve escasez en el universo.

El dinero es una ficción humana. Un acuerdo milenario. Un movimiento político si se quiere. No es Real. No existe físicamente en ninguna parte del tiempo espacio.

Sin embargo en la mente animal es una realidad vital. Es el símbolo de su supervivencia.

En la mente animal… ¡OJO! Porque la mente animal no cuenta con los recursos de la Mente Total.

La mente animal, como yo la veo es pura reacción e instinto. Nos puede guiar para sobrevivir, pero no para Vivir.

La mente animal piensa que está sola y que tiene que sobrevivir sobre vivir.. o cualquier otra cosa. Ser libre, tener paz, estar bien es secundario.

Y entonces siempre tengo a mi mente animal ladrándome, en alguna parte, que hace falta algo, siempre. No importa que tenga mucho. No importa que tenga todo. Mi mente animal siempre va a vivir viendo escasez.

Todo bien, la respeto, sé que está ahi y elijo no ponerle mucha atención y ver que siempre tengo lo que necesito y que si no tengo algo, será porque no lo necesito.

Respeto el ritmo de la vida

He logrado vivir la vida de forma en que duermo cuando tengo sueño y como cuando tengo hambre.

Medito a diario, es un hábito. Escribo a diario. Es un hábito.

He aprendido a usar ésos dos hábitos como métricas de mi bienestar. Escucho a mi cuerpo, y escucho a mis emociones. Ya a los pensamientos prefiero no darles mucha bola. Con frecuencia me pierden.

Sé que tengo que ir al doctor pronto, por ejemplo. Y si mi Voz Interna me indica ésto, pues bueh! Será que tengo que ir al médico. No hay mucho que decir al respecto.

Sé que fluyo con la vida. Si la resisto, sólo me engaño a mi misma.

Cuando digo que soy una pluma al viento, sé que el Viento tiene dirección y objetivos que yo ni entiendo ni percibo más allá de ése movimeinto de fluir contínuo.

Mi objetivo hoy es, como lo sugiere el mítico Bruce Lee: Ser agua.

Sin convertirme en vapor ni en hielo. Sólo agua. Simple, ilimitada, en movimiento aunque parezca estancada.

Agua.

Respeto lo que siento, no lo que pienso

Respeto si no tengo la disposición de salir o socializar. Respeto si quiero viajar o si quiero quedarme en casa.

Respeto lo que siento. Lo observo. Lo permito.

Observo los pensamientos que surgen de lo que siento. No les hago caso si son muestras de ataque o defensa. Sé que están ahi como dementores, buscando chuparme la vida.

La gran mayoría de mis pensamientos son pensamientos basura, que no sirven para nada. Interpretaciones, imaginaciones, vacilaciones, miedos, juicios, “certezas”, nada que sirva para algo en serio. Pura basura.

He aprendido a no respetar lo que pienso, a cuestionarlo y desecharlo la gran mayoría de las veces.

Pero lo que siento, lo siento. Lo observo, lo permito ser en el cuerpo. No le doy más significados. No dejo que el pensamiento lo interprete, porque siempre me pierde.

Respeto sacar a alguien en mi vida

Sé que todos somos espejos. Pero hay espejos que no quiero tener en mi vida. Espejos que duelen, que enojan. Espejos que de repente no estoy preparada hoy para ver.

Como respeto mi bienestar, respeto cuando mando a alguien para la mierda.

La sangre no significa nada. Eso es un principio en mi vida.

La gente que está y ha estado en mi vida, está por Amor. No por obligación mi por compromiso, ni por consanguinidad. Así ha sido siempre.

Estar en mi vida significa comunicación. Pero también incluye a miles de personas que están ahi, como las estrellas en la noche, brillando desde lugares lejanos. Gente con la que no hablo hace mucho, pero que están acá, todo el tiempo.

Hay personas con las que no quiero tener comunicación, por la razón que sea. Especialmente corto comunicación cuando me siento juzgada y condenada a ser la etiqueta que percibo que me ponen.

Y respeto alejarme. Sin culpas, sin dramas, sin autocompasión.

Si nos hacemos daño, mejor de lejos.

Respeto mi Voz Interna y la obedezco

Es lo único a lo que verdaderamente obedezco ciegamente.

Mi Voz Interna sabe. Lo sabe Todo. ¿Qué es? Ni idea… De repente es Dios. De repente mi gemela cuántica, de repente el Espíritu del Centro de mi Mente… ¡NI IDEA! Pero lo sabe todo y me guía y me protege siempre.

Cuando la escucho en serio, todo me va mejor.

Asi que, si, todo lo que está escrito arriba puede cambiar si mi Voz Interna así lo ordena. Soy dependiente al 100% de lo que me indique. Cuestionarla no es posible porque sabe. Lo sabe todo.

Quedo acá, esto ya está largo y quiero publicarlo. Los credos siempre son eternos, pero quiero publicar esto hoy, porque de alguna forma he comprendido, que lo que diga, lo que escriba, lo que pinte es necesario para alguien, para algo.

Soy una mota de polvo insignificante en el Universo que Es. Aunque en el mío, -esa engañiza que me he fabricado- sea la protagonista.

Publico, porque mi Voz Interna me dice que publique y ante todo, respeto a mi Voz Interna.

--

--

No responses yet